Contragolpe | Omar, Gignac y Crawford

Por Raúl de la Cruz

En diversos foros me han preguntado sobre el caso de Omar “N”. En todos los casos he respondido que, desde hace algunos años, me propuse no volver a hablar de la vida privada de las fuentes de información, por una mala experiencia que tuve con una de ellas. En este caso no será la excepción. Además, se trata de un asunto de nota roja.

Lo que sí voy a recordar —y seguro se van a enojar algunas mujeres feministas— es que, durante mi época de reportero, acudí a muchas concentraciones de equipos en hoteles de la ciudad y de otras partes de la República. Esto no tiene nada que ver con el caso de Omar “N”.

En esas concentraciones acudían muchas mujeres, sobre todo jovencitas, con el afán de conocer a sus ídolos. Algunas de ellas buscaban la foto, el autógrafo, el saludo inocente y sincero. Después de ello las veía contentas y con caras de felicidad. Tengo que confesar que, en la mayoría de los casos, iban acompañadas por sus padres, hermanos o amigas.

Sin embargo, me consta —porque fui testigo— que algunas de ellas iban al ligue, a buscar el acostón con el jugador. Se dieron casos en los que se metían a sus recámaras a escondidas. Dice el dicho machista: “A quien le den pan, que llore”. Muchos jugadores se aprovecharon de la ocasión; otros sencillamente las corrían. Repito: me consta, porque me tocó ser testigo.

El auténtico jugador profesional —que los hay muchos— no caía en ese tipo de tentaciones, pero muchos sí, y al pasar de los años tuvieron graves problemas: embarazos, acusaciones legales… tuvieron que pagar las consecuencias de sus actos, aunque no los hayan provocado. En alguna ocasión les escribiré cómo nosotros, los “periodistas”, fuimos cómplices de tales acontecimientos.

Jean Pierre Gignac, con relación a la situación del futbol mexicano y los últimos resultados de la selección, declaró:

“Atravesamos un momento complicado, y no me da miedo decirlo. Que me sancionen si quieren, pero la formación del jugador mexicano no debería ser negociable. La liga mexicana debe volver a la Libertadores: hay que pelear contra los mejores. ¿En qué dirección vamos actualmente?”

“El que no haya ascenso y descenso en nuestra competición es una burla. Lo digo como francés, porque lo viví. Hay jugadores de segunda que se matan para llegar a otro nivel, y acá no hay premio, no hay esa cereza del pastel. Si esto pasara allá (en Francia) sería un ridículo mundial.”

Y qué dice Terence Crawford sobre los boxeadores mexicanos:

“Para mí, el mejor boxeador mexicano de la historia no es ni Canelo Álvarez, ni Julio César Chávez, ni Juan Manuel Márquez. El verdadero genio del ring fue Salvador Sánchez.

Un peleador completo, inteligente, valiente y con un estilo que marcó época. Antes de subir al ring con Canelo, me dediqué a estudiar las peleas de Salvador Sánchez: sus movimientos, su estrategia, su forma de dominar al rival sin necesidad de presumir nada. Todo lo que aprendí de él me sirvió para poner en práctica cada golpe, cada esquiva y cada combinación que usé esa noche. Gracias a eso, logré llevar a Canelo a la escuela y demostrar que el legado de Salvador Sánchez sigue vivo en quienes amamos el boxeo de verdad.”